lunes, 23 de enero de 2017

PIRAGUA FEST 2017



La belleza de lo agreste. Un largo camino para llegar al lugar; un camping donde el espacio de los hombres apenas le quita lugar a la Naturaleza. El escenario rústico montado en un claro del monte, separado de la zona de camping por un bosquecito; a la noche, serán apenas unas pequeñas antorchas las que iluminen el camino. Un cristalino arroyo que corre sobre un lecho de piedras; a unos cuantos metros, el Piray Guazú. Parte de lo que ofrece el Piragua Fest; lo natural sin disimulos, el hombre adaptándose a su entorno dejando la menor huella posible.

Y por encima de todo, LA MÚSICA; varias de las propuestas más interesantes y novedosas que ofrece la movida de Misiones se hicieron presentes aquí. Bandas y solistas que componen su propia música, que abren al mundo su mundo interior, que pintan su lugar en el mundo. Y el espectador que es interpelado, que se sumerge en la psicodelia sonora que propone Canoa, que camina junto a Trilha esos senderos de monte hablando portuñol, que se reconoce en esas historias y personajes que pintan Ronda y La Chupetona. Que se deja envolver por la dulzura agreste de la viola y la guitarra de Santchest, que se eleva con las notas folklóricas de David Luna, que se enciende con la destreza de Willy Aráoz. Que baila con DJ Poison. El espectador que ríe con los títeres de Kossa Nostra, que se asombra con las acrobacias ígneas de Ariel HijodeChula. Que festeja cada intervención de Rocky Bomba y termina siendo, en fin, parte del Piragua Fest. 
La previa fue el sábado 14 de enero, en la Plaza Sarmiento de Eldorado. Kossa Nostra con sus títeres, Santchest y Willy Aráoz desde la música y Miguelo Allou (de La Chupetona) como maestro de ceremonias, fueron los encargados de invitar al público local al festival.
El domingo después del mediodía fuimos llegando a Cerne Vida y Monte, la finca donde se desarrollaba el festival. El perfil familiar que mostraba el evento me permitió llevar a mi esposa y a mi hija, así que rápidamente buscamos las aguas del Piray para refrescarnos. En la zona del camping, ya había bastante gente instalada, algunos con sus carpas, varias parrillas bien provistas. Productores orgánicos de Piray 18 ofrecían sus productos (miel, panes artesanales, frutas, etc.)



Cuando comenzaba a oscurecer comenzaron también los shows. Primero, los títeres, con Kossa Nostra de Posadas;  "Sakados del Tacho", muñecos construídos con materiales reciclados, con historias que apuntaban hacia una concientización ecológica. Muy disfrutados por todos, desde los niños hasta los adultos, a pesar de un corte de luz en plena función que dejó a oscuras todo. Vino a ponerle el pecho a la situación Rocky Bomba, el alter ego de Miguelo Allou, que a puro humor e improvisación mantuvo la atención del público hasta que regresó la luz. Pudieron entonces cerrar un buen show, disfrutado por grandes y niños, con un sketch con títeres que representaban a los raperos posadeños Tubichá.



Ya la oscuridad cubría todo, con excepción del reflector que apuntaba al escenario; así que para iluminar un poco el lugar, Ariel, de Circo Teatro La Pulga en La Oreja, encendió fogatas en lugares estratégicos. Claro que para hacerlo, primero desarrolló todo un espectáculo con fuego, chistes y destrezas varias, que acuñaron uno de los leit-motivs de la noche; el grito de "¡Hijo de Chula!!!" para significar admiración.



La parte musical arrancó con los locales Santchest. Uno de los grupos más jugados musicalmente que ofrece Eldorado, el dúo que conforman Leo Abilgaard en viola y Matías Bertolo en guitarra fue el encargado de abrir el juego, con su country blues en inglés y también en castellano. Una de las canciones en nuestro idioma que presentaron me gustó especialmente, con su aire a El Soldado mezclado con Johnny Cash. Sufrieron bastante por el tema del sonido, más que nada hacia adentro -el monitoreo- que hacia afuera, donde a partir del segundo tema ya se escuchaba bien.



Luego fue el turno de David Luna. El guitarrista eldoradense que a fines de 2016 presentó su disco "Eldorado" fue una de las revelaciones musicales de los últimos tiempos, y demostró el porqué en el Piragua Fest; lo suyo es el folklore pero desde el punto de vista de la música clásica, y demostró entre gatos y chacareras su talento con las seis cuerdas. Tuvo como invitado en un tema a Willy Araoz.



Willy Aráoz está a full con su disco "Only Music", grabado íntegramente por él mismo, desde las bases hasta la producción general. A fines del año pasado mostró esas canciones por primera vez en Quiroga Bar en vivo, y este verano 2017 lo tendrá recorriendo Puerto Rico, Montecarlo, Posadas, Eldorado, tocando "Only Music" sobre sus pistas. Destreza, virtuosismo y buen gusto es lo que muestra sobre el escenario, tocando funk, jazz, blues, música progresiva, siempre instrumental. Tuvo como invitado a Matías Bordón en armónica en un tema.



Ronda y Los Nenecos trajeron al Piragua Fest su ecléctica mezcla de jazz, reggae, bossa, y esas historias que canta/cuenta Ronda, pintando personajes que descubrimos en cualquier lugar. Si el sonido fue un problema para muchas bandas, con ellos, fue impecable; incluso la voz, lo más difícil de hacer sonar en el plano correcto, se escuchaba claramente y permitía disfrutar mejor las canciones. Inti Velázquez en guitarra, Diego Bergara en bajo y Dario Vega en batería son Los Nenecos que le ponen el marco musical a las historias de Ronda.



Una de las propuestas que más me interesaba ver era Trilha. El nuevo proyecto de Pacho Montiel, el ex Payé, junto a su esposa Grise Smola, debutaba justamente en este Festival. Rap en formato acústico, con Pacho en guitarra y voz y Grise en coros, cajón y berimbau, presentaron varios temas propios que siguen la huella de Payé (es decir, reflejar una sociedad de frontera con influencias de Brasil y Paraguay, que debe luchar por mantener su riqueza natural), algún cover de Marcelo D2 y también alguna canción del anterior grupo de Pacho.



Canoa sufrió bastante la cuestión del sonido, fundamentalmente el monitoreo; es que lo suyo tiene mucho que ver con lo psicodélico, con alcanzar a través del sonido nuevos niveles de percepción. Frases instrumentales y vocales que se repiten hasta volverse mántricos, bases programadas, letras ensoñadoras. El indie no es un género que esté muy extendido en Eldorado, y los Canoa, que son de Jardín América pero están tocando mucho en La Plata, donde se desarrolla lo mejor a nivel nacional de esta escena, nos mostraron de primera mano de qué se trata todo esto. A la formación original, Charly Antúnez en primera guitarra y coros y su hermano Ale Antúnez en voz, segunda guitarra y teclados, ahora agregaron un bajista.



El grand finale fue con La Chupetona de Posadas. La banda de Miguelo Allou en voz, Abuelo Pérez en teclado, Raúl Medina en batería, Jorge Fleck en bajo y Fernando Gruber en guitarra, hacía más de dos años y medio que no tocaba en vivo (la última vez había sido justamente en Eldorado, en 2014).  

Canciones que viajan entre el rock, el ska, el reggae, la cumbia, el metal, con divertidas historias que son representadas  con piruetas varias por su cantante, a pesar de que los músicos optaron por un vestuario menos extravagante de lo que acostumbran; apenas una peluca para el guitarrista Fernando y una pollera para Miguelo. Mucha adrenalina y  humor con una banda que sin embargo no descuida la parte musical; cada uno de ellos es un instrumentista impecable y de gran trayectoria, y esa solidez musical ayuda a que las divertidas historias que cuentan tengan el marco adecuado.





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